Mis queridos amigos Lectores, a todos les deseo FELICES FIESTAS y que estos días estén llenos de prudencia, amor, fraternidad y mucha salud. Con cariño y agradecimiento por vuestras lecturas. Abrazos.
Escuchaba en la sombra lo que acaso decías pero no me llegaba tu música en el canto; un saxo susurraba tan dulce melodía que me robaba sueños por las calles del llanto. Las manos interpretan lo que les dicta el alma acordes que se aferran a la esencia dormida; necesito silencio para escuchar la calma que transmita al oído las notas de la vida. El sonido no sabe de mi aguda torpeza se adentra por mi cuerpo cual tinta de papiro y deja en mis entrañas la luz de su belleza. Enredaba la niebla cristales de zafiro y esas notas perdidas que guarda la tristeza se quedaban grabadas en el fugaz suspiro...
Su
bastón tiene un extremo curvo, sin él no podría seguir el camino, ni apoyarse
para descansar, ni levantarlo para indicar a los perros la vigilancia de las
más descarriadas ovejas. Tampoco hubiera podido poner orden en su rebaño, ni
transitar las cañadas o atravesar barbechos en busca de agua y pastos. Sin su
vara, Jesús, no sería pastor. Pero hoy está triste, se le caen las lágrimas al
suelo, mientras escucha el canto de los pájaros sentado bajo un árbol. Su padre
ha vendido el rebaño. No es rentable. Hoy es su último día de pastoreo.
(99
palabras sin el título)
Julie
Sopetrán
-Con este pequeño micro, participo este mes de Octubre en Escribir Jugando. Animo a mis lectores a que participen en próximos meses.
Para cantar a los muertos han llegado al panteón, ella se ha puesto un rebozo azulito y de ocasión... Él un poncho de colores con sombrero de alas anchas; y su guitarra que toca todito lo que te plazca. Lo hermoso de esta pareja es el bigote y las trenzas; mechones muy necesarios para ensamblar las cabezas. Van a cantarle a La Flaca romanzas de su poblado; que se ha quedado vacío porque ella lo ha visitado. Le solicitan que vuelva y viva allí para siempre; sola entre ruinas que un día fue hogar de supervivientes. Ojalá que las canciones la espanten a esos lugares; y los humanos podamos caminar por otras calles. Sin miedo a que nos arrase esta Flaca tan mortuoria, que te puede reducir a siniestra ceremonia. ¡Ay! que por mucho que canten Coletitas y Bigote, el miedo no me lo quitan ni de día, ni de noche.
El silencio hace sendero
entre las hojas caídas de los chopos
Escucho mis pasos. Casi llueve
o es la niebla que cruza hacia el arroyo
Las piedras del camino lloran
son los hitos que definen los límites
Respiro hondo
Huele a tierra mojada
Un alboroto de grullas dibuja tiempos
van hacia el sur sus vuelos, obedecen al clima
dejando su gruir en el aire…
Todo y nadie en la senda:
las hojas, la leña caída, el corzo
que se aleja asustado…
Y parece que no hubiera más nada
que el silencio.
Allí en lo más hondo del mar
juegan, las manos
con el humo
de todos los cadáveres
quemados entre las algas
ellos, ya no pueden juzgarnos
sigue
sigue cortando la noche con los labios
hasta que tu ojo se funda con el tiempo
y la mirada sea ola
y el beso destruya los monstruos
que acechan el silencio
quieren beberse nuestra sangre
galopa tus caballos por los fondos marinos
y atraviesa el espejo como Alicia
ese que da a los páramos abiertos
allí donde no hay puertas
y las esquinas tienen alas
y el polvo se ha petrificado
entre las piedras que ríen versos
de tus manos ya libres
mira la nieve, el sol de madrugada
los muertos ya se han ido
y las trampas son para las liebres
que corren nuestro sueño
entre los tulipanes
de ese jardín perdido
mira como los rayos mueven
los dedos de tus manos
juguemos a las luces
del poema
para que no se pierdan
esos números ocultos
de la música.
Como cuando era niña
jugando con mis cosas
retorno a ser la misma
el tiempo es nada
un círculo de instantes
un puñado de rosas
encima de la mesa
marchitadas...
Como cuando era niña
palpita el Universo
en la infinita luz
de tu mirada
y en los pétalos secos
con sus colores pálidos
aún percibo el olor
de las palabras...
Como cuando era niña
juguetes de la risa
en las transformaciones
sueños del alma
todo revuela al paso
vaivén de mariposa
en el dulce silencio
que es morada...
Como cuando era niña
jugando a ser mujer
estrenando esas horas
que no pasan
laberinto en el centro
de las ambigüedades...
donde estaba la niña
ya no hay nada.