¡Qué pequeña me siento
frente al árbol gigante!
Así dejo mis ojos vagar en lo que admiro;
La sombra que me abraza, retiene mi suspiro
y mil hojas me elevan al lugar más brillante.
Admiro en cada rama la
inmensidad errante
escuchando los trinos de un pájaro, deliro;
y en el verde que juega con el viento me inspiro
que es el árbol el cielo del sueño caminante.
En su cuerpo la vida
comienza y se construye
porque él tiene la esencia sublime del retazo
donde el nido se eleva donde el amor concluye
Me gusta ver su altura,
meditar en su trazo
y cada vez que el sueño retoza lo que intuye
en su tronco le dejo las huellas de mi abrazo.
©Julie Sopetrán