Es un regalo la vida
el movimiento, la voz;
y la luz de la mañana
otro regalo de Dios.
Llueve, hace sol y graniza
y quiere nevar un poco
el viento aumenta su brisa
silva a la orilla del pozo.
Tengo la estufa encendida
y la puerta está cerrada,
pero entra por la rendija
olor a tierra mojada.
Es otoño, casi invierno,
el silencio me acompaña
y de vez en cuando un mirlo
en la acacia canta y canta
En la parcela de enfrente
segaron los girasoles
y ya no tiene comida
la bandada de gorriones.
La nubes pasan corriendo
no saben donde quedarse;
y el sol juega complaciente
al escondite en la tarde.
Me quedo mirando al cielo
con los pies sobre la tierra
y dejo volar el verso
por el campo de la idea.
©Julie Sopetrán