Su
bastón tiene un extremo curvo, sin él no podría seguir el camino, ni apoyarse
para descansar, ni levantarlo para indicar a los perros la vigilancia de las
más descarriadas ovejas. Tampoco hubiera podido poner orden en su rebaño, ni
transitar las cañadas o atravesar barbechos en busca de agua y pastos. Sin su
vara, Jesús, no sería pastor. Pero hoy está triste, se le caen las lágrimas al
suelo, mientras escucha el canto de los pájaros sentado bajo un árbol. Su padre
ha vendido el rebaño. No es rentable. Hoy es su último día de pastoreo.
(99
palabras sin el título)
Julie Sopetrán
-Con este pequeño micro, participo este mes de Octubre en Escribir Jugando. Animo a mis lectores a que participen en próximos meses.
https://lidiacastronavas.wordpress.com/2020/10/01/escribir-jugando-octubre-3/