Su
bastón tiene un extremo curvo, sin él no podría seguir el camino, ni apoyarse
para descansar, ni levantarlo para indicar a los perros la vigilancia de las
más descarriadas ovejas. Tampoco hubiera podido poner orden en su rebaño, ni
transitar las cañadas o atravesar barbechos en busca de agua y pastos. Sin su
vara, Jesús, no sería pastor. Pero hoy está triste, se le caen las lágrimas al
suelo, mientras escucha el canto de los pájaros sentado bajo un árbol. Su padre
ha vendido el rebaño. No es rentable. Hoy es su último día de pastoreo.
(99
palabras sin el título)
Julie Sopetrán
-Con este pequeño micro, participo este mes de Octubre en Escribir Jugando. Animo a mis lectores a que participen en próximos meses.
https://lidiacastronavas.wordpress.com/2020/10/01/escribir-jugando-octubre-3/
Hola, Julie. No conocía este blog tuyo. Me ha parecido interesante el hecho que hayas creado un mismo relato para dos imágenes distintas: la carta del reto y la foto del pastor. Has logrado que los elementos coincidan o darles cabida de forma ingeniosa.
ResponderEliminarMuchas gracias por participar en el reto.
Un abrazo y hasta muy pronto.
Gracias Lídia. Es algo que está pasando en nuestros campos, la desparición de los rebaños y los pastores. Tu reto me trajo a la mente el báculo del pastor.
EliminarBesos, y sabes que me gusta participar en tu reto. Un abrazo.
Muy bonito tu relato Julie. Saludos amiga.
ResponderEliminarGracias, Sandra, es muy real, los pastores están desapareciendo y el campo se está quedando sin rebaños. Es muy triste.
ResponderEliminarBesos, gracias por tu comentario.
Que sea exitoso, seguro que así será Julie.
ResponderEliminarBello el relato con el que vas a participar.
De vuelta de mi largo descanso os voy visitanto.
Un fuerte abrazo
Gracias, Carmen. Creo que el éxito está en crear, en participar, eso ya es un premio, no tengo experiencia en micros, por eso me gusta aprender y participar... Tú sabes que escribiendo es como vas aprendiendo. Un beso. Gracias por tu lectura.
Eliminarmi abuelo era pastor, y vivían varias familias en unas casas en medio del mo te. mi madre, de pequeña también. cuando los llevo al pueblo en verano, uno de los días lo dedican a ir a visitar a la última familia de aquellas, que queda. ya no viven allí pero van casa día. El verano pasado vendieron casi todo el rebaño. se han quedado unas pocas para conservar la casa y las ovfjas ya en plan "tener algo que hacer'. muchas cosas desaparecen. me ha gustado el micro, un poco triste al final. la economía no es muy poetica
ResponderEliminarsaludos
Gracias Gabiliante, así es, muchas cosas desaparecen, y son cosas y personas importantes, como los pastores... Nuestros campos, sin el rebaño, están vacíos, les falta algo muy esencial... Gracias por venir a leer, te lo agradezco. Saludos.
EliminarNi en el cielo ni en la tierra vale la pena pastorear... las ovejas están descarriadas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Rafael, me alegra mucho tu visita. Aquí todavía tenemos algún que otro rebaño, pero se acaba, la industria lo pone cada vez más difícil... y el pastoreo se acaba, si no lo remedian.
EliminarDeseo que estén bien y se cuiden. Mi abrazo.
que genial relato, saludos,
ResponderEliminarGracias, Alexis. Agradezco mucho tus palabras. Saludos.
EliminarEs un merecido homenaje a una actividad que aunque completa el ciclo agrícola anual, se ve forzada a estabular rebaños en favor de la rentabilidad. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Carlos. Es cierto. Me da mucha pena que desaparezca de nuestro entorno esta profesión tan poco rentable y tan esclava.
ResponderEliminarMi abrazo.
Me ha gustado mucho, refleja muchos aspectos de la vida que se están o sean perdido 😘✍️
ResponderEliminarGracias, Adelina. Agradezco mucho tu lectura. Te mando mi abrazo y muchas gracias también por tus palabras.
ResponderEliminarHace tiempo atrás había leído tu preocupación por la soledad del campo...
ResponderEliminartarde comprenderá el hombre que ha de volver a cuidar la Tierra , si es que antes no se le haga polvo en las manos...lo esencial se está perdiendo y eso a futuro no es bueno para la vida de esta humanidad...
Un abrazo.
Meulen, sí, he crecido en el campo y cuando me fui de él sentía su abandono en los pueblos vacíos... ahora que he vuelto a él, su soledad ya es dolor, desolación, abandono total...
ResponderEliminarEs en lo que estamos, lo que tenemos. ¿Y qué podemos hacer los poetas? Nuestra voz se quebranta en esa misma soledad. Gracias, amiga, mi abrazo y cariño.