Foto: Adriana Kreiman
Siempre
encuentro caricias en las manos del río
una
flor deshojada que en pétalos dibuja
las
ondas de los sueños que muestra el laberinto
y va
dejando en beso los caprichos del agua.
Piedras
cubren el fondo: fantasía esculpida
o el
corazón latiendo sobre cada minuto;
movimientos
que cantan bordeando los juncos
y en
arrumaco expresan la ternura del tacto.
En
su lecho los cauces trastocan la corriente
y en
vez de bajar, suben, recreando sus cárcavas
y
van hacia otros mares tan sólo sospechados.
Escalan
utopías manteniendo sus bordes
afloran
manantiales que parecían muertos
llevan
sabores dulces a las linfas saladas.
©Julie
Sopetrán