Un golpe de martillo machaca las almendras
después crece el silencio de la sencilla casa;
el sueño planifica y el recuerdo repasa
son impactos y anhelos que en ilusión engendras.
Se amontonan las vainas cual si fueran ideas
y al separar el fruto de la cáscara rota
se interpone otra maña tan lejana y remota
que se rasga en el aire la imagen que deseas.
En todas esas cosas que pasan por tu mente
mientras las manos bregan su activa vehemencia
crea música el tacto, como una consecuencia
que acelera su ritmo en la almendra siguiente…
algo maravilloso sucede en la frecuencia
es lo que se separa, que a la sazón se siente.
©Julie Sopetrán
Me ha encantado prima, porque yo parto muchas almendras en el pueblo de Miguel. Un abrazo👐
ResponderEliminarMe alegra saber que te identificaste... con ese momento del martillo y la almendra... Mucho trabajo. Gracias. Un fuerte abrazo.
EliminarMe ha traído muchos buenos recuerdos. Eres grande. Un abrazo. May
ResponderEliminarGracias, May. En casa formábamos corro machacando almendras. Y no dudo que te trajo muchos recuerdos. Son las labores del campo, casi ya olvidadas. Mi abrazo.
EliminarMuy bonito Julie y que deliciosas son las almendras. Un gusto leerte. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sandra. Agradezco tu lectura.
EliminarMi abrazo y cariño.