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miércoles, diciembre 8

CONTINUIDAD...

 






CONTINUIDAD…

 

Veloz, como ese giro de la idea

o un cambio en la memoria de las cosas

o la torsión que altera los momentos

o el propicio sentir del tiempo en nuestra piel

o el deseo que detiene los caminos en nuestros cuerpos:

conjunto de partida, estreno, alegría de ser

sin límites...

X = 1

o la función continua del embeleso

de nuestras almas reconociéndose, palpando lo infinito.

Este juego de estar cerca y lejos de todo

esta saturación del yo por las esquinas

que de repente se tropieza contigo.

Tú, el amor, la posibilidad de lo imposible

el eco de los mundos, haciéndose escuchar en mi alma,

en la tuya, como el verso radiante en manos de su musa,

como música interpretando la luz o la dicha en nuestros tactos

o el fragmento del sueño, en esta velocidad subjetiva,

que es la conciencia que canta, la identidad que aflora...

la ruptura de la curva

X = C

La unión de dos rectas que se abrazan

en el posible tramo del primer contacto,

sí, prosigo la andadura ya sin parar la caricia interminable

porque me extiendo en el espacio

porque ya lo era todo y estabas en mí insistiendo encontrarme

en el enlace sagrado de los siglos

o en el juego que rompe las estrellas.

Y nada se repite en la constancia

aunque nos inventemos el camino.

Estoy escuchando a Schubert y ya estás a mi lado

es un proceso infinito de vivencias irrepetibles

que conserva el pudor de lo romántico.

La música es la consecuencia de algo perpetuo

son luces encontrándose en la mirada

es lo que permanece en el sabor oculto del beso

que expresa la frecuencia del ritmo en nuestro labios.

Nada es sin movimiento

necesitamos el camino

sin curvas

para guardar el equilibrio de la geometría

del cuadrado o del círculo.

Es el vuelo de la grulla en el cielo

Es la causalidad del arco iris

de tu alma a la mía

sin fronteras.

Arco Iris humano

 eterno en nuestras músicas.

 

                            ©Julie Sopetrán

 

(De mi libro inédito: Las Cuatro Estaciones)