Eran como de musgo
las hojas del naranjo.
Tenían la piel tersa y blando el corazón
endulzaban reposo y decían silencio
a mi larga mirada
a mi pena silvestre...
Azahares llenaban de estambre el pensamiento
Sospechaba en el aire de aromas la intención
Mis pasos se perdían entre tanta belleza
y un áspero suspiro -limonero del alma-
dejó en el aire seco
su amarilla acidez.
De pie. Frente a esas cosas que conducen a nada
supe que estaba amando
aunque aquella esperanza brotada entre las piedras
se había marchitado de tanto florecer.
Amar no es un momento
Amar es lo que dura un latido en la esencia
del profundo esplendor.
¿Quién es mi jardinero
quién siembra las semillas hasta dejarme ser...?
Vivir, sufrir, soñar... Sin querer otra cosa
que ese sabor a musgo
que me ofrece la fuerza de la tierra
en palabras... palabras
que son flor.
©Julie Sopetrán
De mi libro: En el jardín de Teso (Los Ángeles- CA)