Se me para en la piel, luz milagrosa,
una caricia de infinito halago;
revuelo de palomas sobre el lago
en limpio cristal verde que reposa.
Metido en cada poro pulsa y posa
un paso que me pasa suave y vago,
tal cual hechizo que prepara el mago
sacando en remolino rayo y rosa.
Dichoso todo el cuerpo en el contacto
de esa mano invisible que no duda
dejando en rededor su pulso exacto.
Es oreo dulce que me deja muda
y es mariposa reposada en tacto
sobre las auras de mi piel desnuda.
©Julie Sopetrán