Foto: Mary Andrade
Doña Osamenta muy pulcra
a primeros de Noviembre,
cocinó unos pescaditos
para uno de sus clientes.
Se puso un gorro de lana
y un vestidito muy verde,
y se acercó hasta una tumba
confiando en sus poderes.
Allí reposan los huesos
de un niño que a nadie tiene,
y está muertito de hambre
entre tantitos presentes.
Osamenta compasiva
sacados de las corrientes,
le lleva los pescaditos
recién fritos y calientes.
Como Osamenta es muy fina
de temperamento alegre,
va mostrando en la sonrisa
sus inmejorables dientes.
Arregladas sus pestañas
en el Panteón, es huésped,
y más que al niño sin nadie
está observando a la gente.
Que le interesa la vida
de ancianos y adolescentes,
y mira que mira, mira
a ver cual
será el siguiente.
©Julie Sopetrán
Hola, Julie, un gusto pasar a leerte y encontrar estas calaveritas pulcramente elaboradas para resaltar una tradición tan arraigada en la cultura mexicana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Precioso y premonitorio, Julie.
ResponderEliminarGracias, poetisa.
Gracias, Enrique. Sí, lo fue, premonitorio, ya que esta calaverita la escribí en 2019 viajando por México. Te mando mi abrazo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstoy agradecido por la variedad de temas que abordas. ¡Haces que el aprendizaje sea diverso y emocionante!
ResponderEliminarJulie, escribes de todo los temas, la Poesía esta en ti.
ResponderEliminarme encanto.
Cariños y besos