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lunes, marzo 21

EL POETA QUE SE FUE A BUSCAR PALABRAS A UN PUEBLO VACÍO



De mi pueblo fui guardando
el recuerdo de las horas
el tiempo de aquellos juegos
que parecían auroras
El placer de los amigos
el dolor de sentir sola
el color de aquellas risas
rubor de niña-amapola
Emigrantes de la sombra
palabras de fuentes puras
las cruces del cementerio
no están en las sepulturas
Las chimeneas no humean
ni cuelgan de los balcones
aquellas colchas de seda
que parecían mantones
cuando en el Corpus pasaba
el Señor por cada puerta...
Cuando íbamos a por agua
dejando la casa abierta.
En las calles empedradas
se apodera la maleza
hierba hiriente son los cardos
adornando la tristeza
Palabras entumecidas
rotas entre muebles viejos
por las paredes oscuras
ya no miran los espejos
Gritos de arañas salvajes
La soledad me requema
y en el dolor de esta nada
me discrimina el poema
Palabra de labradores
que la simiente enterraron
para perder la cosecha
de todo lo que sembraron
Ya no hay gallos que despierten
La luna, torna quimeras
alumbra a un sólo vecino
que trasnocha primaveras
Y ya no brotan los olmos
de Machado en la garganta...
Sin árboles y sin niños
¿Qué poeta es el que canta?
Latido de acento claro
ya sin lápiz ni papel
sobre las calles de barro
el verso deja su piel
Allí encontré un diccionario
entre la pared hundida
Palabras son de mi llanto
sobre resquicios de vida.

©Julie Sopetrán


domingo, noviembre 16

LA LEONA HERIDA

La leona herida (Bajorrelieve) Museo Británico

Buscan el agua fresca las heridas de flecha
está tocando fondo la sangre y los trofeos;
una queja en el aire traspasa sentimiento
y deja malherida la sombra de los años.
No hay manos que la curen en un campo de caza
la leona se arrastra por la sabana extensa;
se le quedan las garras hincadas al terreno
traspasada de flechas alza su rostro erguida.
Agonía en relieve. Cazadores salvajes
leona muerta en vida sin unción o palabra
su rugido es un llanto de ojeos y de acosos.
Su gemido me oprime desde todos los vientos:
horror, dolor, abuso, vocean los sentidos
la sangre en alabastro, delata al poderoso.


©Julie Sopetrán



lunes, octubre 6

LOS OJOS


Máscara Pavo Real, de la diseñadora: Satín Malva


¡Qué pequeños mis ojos!
Y tan llenos de espigas
De tardes luminosas
De doradas choperas
De grajos exaltados
De pensamiento en vuelo
¡Qué pequeños!
Y en ellos...
Los rebaños
Los viejos olivares
Las extensas cañadas
Los millones de estrellas
prendidas al sentido
en diminutos ángulos
que recorren un fondo
de interminable anchura...
¿En qué archivo se guardan
las fotos del silencio
al mirar un paisaje?
¡Qué pequeños mis ojos
y qué grandes!
Carcajada del sueño
cuando miro
con los ojos cerrados
y no estás y te veo
saciándote en mi sed
Atisbo hacia la altura
Y contemplo las aves
Y no puede mi tacto
acariciar su vuelo
Diviso y veo a ciegas
una pizca de cielo
que deja en una lágrima
grabada la belleza
en tamaño de perla
bajo el mar
o sobre el agua escasa
del arroyo
El llanto se acrecienta
entre las piedras
¿Será que ha de romperse
la vida para ver?
¿O es lamento de muerte
que me ciega?
¡Qué pequeños mis ojos
y qué grandes!
Qué grande este prodigio
de la luz!

©Julie Sopetrán


viernes, septiembre 12

Y SUCEDE EN EL AGUA...



Y las olas cantan y estoy triste
doliéndote en placer
de agua salada
allí  fenezco en ti sin ti
y entonces agonizo
mi piel busca el tacto
de tus manos entre las corrientes
de todas las carencias
que son ríos del hambre entre las ondas
de los azules más oscuros
allí el clímax escala lo más alto
al nombrarte
el verbo se hace espuma: me da vida
y así muere
mi muerte.



©Julie Sopetrán

sábado, febrero 1

POEMA Nº 9

POEMA Nº 9 de mi libro: EL AGUA QUE SANGRA
 A este poema le ha puesto voz, imagen y música, la poeta cántabra Ío, (Montserrat Martínez)
http://lasendadelarosadormida.blogspot.com.es/

Yo soy de donde estoy y lo demás me sobra
Mi patria es el amor, los sueños y la muerte
Soy la misma y me aferro a cada circunstancia
Puede ser el instante de la desolación
O puede ser la dicha de estar entre tus brazos
Y hacer un mundo nuevo que me embriague las horas
Puedo habitar las dunas del desierto y sentirme
Nacida en los oasis de aquella soledad
Puedo escalar montañas resbalar en la nieve
Y sola en un refugio quedarme frente al sol
Y encender una hoguera en el invierno oculto
Y allí hacerme una patria como si fuera el cielo
Y por si no vinieras con el fuego encendido
Iría en busca tuya hasta la eternidad
Porque yo soy de tierra y lo demás me sobra
Mi patria es donde habito:  sueños, amor y muerte.


©Julie Sopetrán