Nací en el centro mismo del
tiempo a mitad de año
cuando las flores se abren como si fueran puertas;
a mitad de semana, entre espigas abiertas
salté como un insecto del ovoide al peldaño.
Aunque la luz es blanca mi color es castaño
y nací al medio día con alas encubiertas;
cuando la luz penetra las moradas desiertas
cuando un sueño perdido va buscando rebaño.
Crecí entre los reflejos de los rayos divinos
que doran esos pasos marcados por los pies
y dejan en el alma, infinitos caminos...
Nacer fue inevitable, en el centro del mes
degustando las flores y bebiendo los vinos
de padres amorosos que
cuidaron su mies.