Si pudiera quitarte las
espinas
con mis manos humanas y terrenas;
si pudiera mi fe sobre las hienas
plantar montes de jaras y de encinas…
Buscaría en el mar o entre
las minas
donde el oro florece sin cadenas;
y podría robar las cosas buenas
que a través de la luz se hacen divinas.
¡Con qué manos pondría en tu
cabeza
esa saliva dulce como ungüento
que aliviara el dolor de tu desgarro!
No sé si es tuya o mía la
tristeza
pero el dolor que sientes yo lo siento
como siente la tierra el sol y el barro.
©Julie Sopetrán