sea triste o alegre
tiene su haiku.
con los colores.
palabras recogidas
para los versos.
hoy curiosa contemplas
mi soledumbre.
la espuma recompensa
las soledades.
enciende el aire.
y un canto geométrico
sobre el camino.
Amor
Dulce palabra
que parece de seda
se me pega a los labios
para nombrar lo amado
se enreda entre los dedos
y dibuja caricias
removiendo ese instinto
que fluye en sentimiento…
Amor
La más sagrada querencia
de mis manos
cuando dejo en las tuyas
sabor de mis esencias
y perfumo suspiros
semejantes a besos
y es aliento del alma
que busca poesía…
Amor
Es darse en dicha
de la propia existencia
corroborar los sueños
convalidar el arte
y saber que estás viva
para sentirte amada…
Amor
me ratifica que puedo
darlo todo
y aunque no tenga nada
el dar es suplemento
porque amas y te olvidas...
pero algo guarda el tiempo
es un tesoro oculto
que vale
en lo que has dado,
©Julie Sopetrán
Más allá del poema reside la
pureza
del corazón amante sin
tiempo y sin espacio;
soy contigo en las horas del
verso más reacio
que expresa lo que siente
con fervor y presteza.
Me puede este latido de
armoniosa belleza
donde en gozo de ideas y de ritmos me sacio
al percibir la dicha de un tiempo que es prefacio
y parece el recinto donde el
amor empieza.
Amor que es la palabra de los sueños divinos
Sin Amor el poema ni existe ni presiente
Amar es el desnudo que enlaza los destinos
Nada tiene sentido cuando todo se siente
Eres la voz que puede cambiarme los caminos
Y sabes que al nombrarte: ya te amo plenamente.
©Julie Sopetrán
Soy angustia del aire en
polvareda
un huracán de queja
trasnochada
alboroto la risa en el
silencio
y lloro versos y derramo
lágrimas
cual si fuera vivir
desesperanza.
Soy la afonía de mi propio
canto
el remolino de mi sentimiento
el desorden que altera la
alegría
en el poema libre y
reciclado
de la palabra
que me inspira el tiempo.
Un sonido pegado a la
ventana
que le transmite música al
oído
quimera en vendaval de la
nostalgia
es el suspiro de la poesía
o el frenesí del día
cuando pasa…
La brisa me retorna a las
escuchas
percibo la atención de los sentidos
cómo y cuánto de mi ya se ha
perdido
en el trecho del juego
que es palabra.
©Julie Sopetrán
30-12-2023
un suspiro de barro
Apenas si podía golpear el
vacío
Era un silbo tan suave
que envolvía la idea
Revés de sentimientos
en la puerta del llanto
Impulso arrebatado
que marca mi existencia
Golpe en latido abierto
cual palabra de vida
Un hueco me ha dejado
en la ardiente materia
Y una voz, casi sangre
me arrebata el espacio
Me ha llamado tan suave
tan fuerte, tan de golpe
Sus nudillos, su tacto
me recorren la frente
Relámpago que rompe
la aldaba en dos mitades
Aspiración profunda
que espira la tristeza
Compás que se deriva
del ansia que revuela
Deseo inacabado
sollozo, clamor, queja
Es cual la luz oculta
de fugaces estrellas
Palabra silenciosa
que en mis labios se queja.
©Julie Sopetrán
De mi libro inédito: Los claros del monte. 2012
Foto: Mary Andrade
Doña Osamenta muy pulcra
a primeros de Noviembre,
cocinó unos pescaditos
para uno de sus clientes.
Se puso un gorro de lana
y un vestidito muy verde,
y se acercó hasta una tumba
confiando en sus poderes.
Allí reposan los huesos
de un niño que a nadie tiene,
y está muertito de hambre
entre tantitos presentes.
Osamenta compasiva
sacados de las corrientes,
le lleva los pescaditos
recién fritos y calientes.
Como Osamenta es muy fina
de temperamento alegre,
va mostrando en la sonrisa
sus inmejorables dientes.
Arregladas sus pestañas
en el Panteón, es huésped,
y más que al niño sin nadie
está observando a la gente.
Que le interesa la vida
de ancianos y adolescentes,
y mira que mira, mira
a ver cual
será el siguiente.
©Julie Sopetrán
La luz está en las flores del ocaso
atracción luminosa que se apega
al aura indivisible de tu paso…
Voy siguiendo la huella que me ciega
hasta ser mariposa en tu regazo
desde la primavera hasta la siega…
Carboncillo que vuela como un lazo
quemándose al azar del movimiento
trastocando los aires de su trazo…
Luminaria encendida en el aliento
que purifica el alma por el arte
de volar y volar a contraviento…
Mariposa es el beso que reparte
tic tac de corazón, vaivén de llama
un juego recreado para amarte…
Suspiro volador de quien te ama
o vuelo hecho suspiro sobre el fuego
del ardor de la noche que se inflama…
Vienes hasta mi boca y te vas luego
pasando por las cosas sin mirarme
y vuelves a fundirme en desapegos…
Tu danza me seduce hasta adentrarme
en el gesto sutil que arma el derroche
y puedo entre ademanes alejarme…
En mis flores no busques el reproche
la alegría me impide la censura
y eres la vida misma de mi noche…
Brego espacios soñando la ternura
y me olvido del cuerpo, te persigo
quiero atrapar al vuelo lo que dura
y transcender Amor en lo que sigo.
©Julie Sopetrán
Anochecía
Las
nubes envolvían la acacia
las
aves dialogaban sueños
la
lluvia amenazaba
el arrullo de dos tórtolas
se
fue perdiendo entre las sombras
que
estrenaba la noche
en
mi ventana
quise
entender su idioma
traducir
su reclamo
saber
lo que decía
el
temblor de su canto…
…ya
era noche cerrada
escuchando zureos
los
sueños me arroparon
y
así quedé dormida
atrapada
en los ecos
del
canto de dos aves.
©Julie
Sopetrán
En la ternura encuentro lo
que me hace soñar
fantasía en latido que alegra el corazón,
es la gracia divina que expresa la emoción
de saber que he nacido para poder amar.
Y soy esa palabra que
revuela en tu mar
gaviota que transita por cielos de ilusión
las letras ya son barcas y las olas canción
escrita sobre el agua donde puedo cantar.
El juego, la acrobacia ¿Son
espejos del llanto?
El mar es la sonrisa de esa
fuerza que tensa
No sé si son cantares ecos del desencanto
o son palabras hechas para mi autodefensa.
¡Vivir! es la palabra que siempre quiero tanto
la barca que entre espumas,
me alegra y recompensa.
(Desde la conjunción copulativa)
Ni para vino tiene la pobre de la esquina
y ni pincha ni corta su vida inalterable;
ni por asomo, nadie, le deja una propina
y ni por esas, muestra, su gesto más amable.
Y ni unos ni otros saben, ni sospechan su vida
y ni qué decir tiene que fuera un qué sé yo…
Porque no soy de piedra, le dejo mi comida
y ni que fuera muda, ni las gracias me dio.
No es ni mucho ni menos, ni que fueran patatas
era un pollito asado de fino comedor;
ni mirarlo siquiera, ¿mi compra era barata?
Cual si hablara con sordos, se me encogió el amor.
Que ni por un momento pensé que la ofendía
ni sé cómo la pena se apoderó de mí;
ni un ápice de nada, todo es melancolía
ni fu ni fa la pobre dijo ni no ni sí…
Ni caliente ni frío, ni pude hacer más nada
que dejarle mi pollo templado allí en el suelo;
me fui, la calle oscura, ni tú ni ta, cansada
me acurruqué en las sombras para mirar al cielo.
Me equivoqué de calle, volví sobre mis huellas
ni un gato, ni un cometa, ni un tantito de gesto,
regresé por su lado, pude ver una estrella…
Y de aquel pollo asado, no quedaba ni resto.
©Julie Sopetrán