CONTINUIDAD…
Veloz, como ese giro de la idea
o un cambio en la memoria de las
cosas
o la torsión que altera los
momentos
o el propicio sentir del tiempo
en nuestra piel
o el deseo que detiene los
caminos en nuestros cuerpos:
conjunto de partida, estreno,
alegría de ser
sin límites...
X = 1
o la función continua del
embeleso
de nuestras almas reconociéndose,
palpando lo infinito.
Este juego de estar cerca y lejos
de todo
esta saturación del yo por las
esquinas
que de repente se tropieza
contigo.
Tú, el amor, la posibilidad de lo
imposible
el eco de los mundos, haciéndose
escuchar en mi alma,
en la tuya, como el verso
radiante en manos de su musa,
como música interpretando la luz
o la dicha en nuestros tactos
o el fragmento del sueño, en esta
velocidad subjetiva,
que es la conciencia que canta,
la identidad que aflora...
la ruptura de la curva
X = C
La unión de dos rectas que se
abrazan
en el posible tramo del primer
contacto,
sí, prosigo la andadura ya sin
parar la caricia interminable
porque me extiendo en el espacio
porque ya lo era todo y estabas
en mí insistiendo encontrarme
en el enlace sagrado de los
siglos
o en el juego que rompe las estrellas.
Y nada se repite en la constancia
aunque nos inventemos el camino.
Estoy escuchando a Schubert y ya estás a mi lado
es un proceso infinito de vivencias irrepetibles
que conserva el pudor de lo romántico.
La música es la consecuencia de algo perpetuo
son luces encontrándose en la mirada
es lo que permanece en el sabor oculto del beso
que expresa la frecuencia del ritmo en nuestro labios.
Nada es sin movimiento
necesitamos el camino
sin curvas
para guardar el equilibrio de la geometría
del cuadrado o del círculo.
Es el vuelo de la grulla en el cielo
Es la causalidad del arco iris
de tu alma a la mía
sin fronteras.
Arco Iris humano
eterno en nuestras músicas.
©Julie
Sopetrán
(De mi libro inédito: Las Cuatro
Estaciones)